La institución penitenciaria es un sistema social en el cuál los internos penados por el poder judicial cumplen condena en relación a la gravedad de los delitos cometidos. Estas condenas se rigen por las leyes democráticas estableciendo una mayor o menor temporalidad de estancia y unos grados de interinidad. Esta es la estructura y distinción formal entre la comunidad penitenciaria. Sin embargo apenas se tienen en cuenta las relaciones informales que se crean entre los presos que interaccionan entre ellos independientemente de la tipología de sus delitos, edad, tiempo de condena, filosofía o forma de tomarse la condena, etc. Esta situación es el principal tema de controversia que se da entre la actual finalidad del sistema penitenciario, contribuir a la reinserción social de los internos de manera productiva y los partidarios de que esa red de influencias informales y la etiqueta de ex convictos producen a veces un efecto contrario a las intenciones formales del sistema. Todos estamos de acuerdo en que el que comete un delito debe de pagar con las consecuencias de sus actos, todos estamos a favor de una “justicia justa” y con la formación de cuerpos de seguridad que traten de minimizar el porcentaje de actos delictivos e injusticias. El sistema democrático pone en marcha sus mecanismos institucionales (educación, sanidad, medios de comunicación, política, organizaciones) e intenta que la sociedad avance en una línea de valores que favorezcan la convivencia, el respeto, la tolerancia, solidaridad, libertad, igualdad. Sin embargo el sistema social que se deriva a veces de la democracia es una de las principales causas generadoras de delitos cuando los principios básicos de ésta violan de manera descarada las formas de leyes y la ética. Las acciones intitucionales están más que nunca en entredicho. En lo referente a educación, hemos remarcado varias veces en este blog, la necesidad de una educación para ser, en vez de una educación para reproducir contenidos de diferentes materias en un examen. En sanidad podemos presumir de la seguridad social, sin embargo sigue habiendo poca cobertura y listas de esperas interminables, en comparación con USA, dónde está privatizada, podemos darnos con un canto en los dientes, esperemos que las intenciones de privatizarla de Esperanza Aguirre no se lleven a cabo. Los medios de comunicación, especialmente la televisión que se reafirma en su apelativo de "caja tonta", nos bombardean diariamente con publicidad engañosa y noticias a medias verdades según los intereses políticos que defienden y la suma de dinero que reciben de las diferentes compañias y empresas, el contenido aberrante de la programación dista mucho de colaborar al fomento de la inteligencia social cuando la principal vía de diversión es cotillear la vida de famosos y demás personajes surjidos, claro que si no se hace en la televisión se hace con la vida del vecino, ésto dice mucho de la vida vacía de much@s. El alto porcentaje de violencia explícita también está en el ojo del huracan cuando ésta es absorvida por gente descerebrada. La política se ha convertido en marioneta de las grandes corporaciones, empresas y bancos mundiales, una vez aprobado el liberalismo económico y la globalización del mercado. Pensemos en el sistema capitalista de las sociedades occidentales, donde el ritmo de vida del ciudadano medio se ve sometido a una vorágine de trabajo para cubrir con las necesidades básicas y banales que éste le genera. La creación de dinero efectivo de la nada cada vez que se pide un crédito o una hipoteca y su rol de deuda con intereses, hace que anualmente suba la inflación, es decir el costo de la vida, sin que necesariamente suban los sueldos y la creación de empleo proporcionalmente. Este ritmo imparable y frenético no hace más que aumentar la fractura entre clases sociales, quedando las más bajas en situaciones cada vez más desfavorecidas, situación que nos remonta a los tiempos de la picaresca, el hurto, contrabando, y otros muchos delitos comunes. El bajo nivel educativo y económico asociado a un alto porcentaje de la comunidad penitenciaria no hace más que reafirmar esta teoría. El amalgama situacional del régimen penitenciario nos muestra una realidad palpable que diferencia delitos que van desde el tráfico de drogas para sustento familiar y consumo propio, en el caso de contextos desfavorecidos y no tan desfavorecidos, hasta delitos de aquellos que no sacian sus ansias de tener más y más. Entre estos polos hay toda una variedad de casos que también juegan un papel importante en la vida diaria del centro. Si miramos a las altas esferas observamos una cantidad de delitos que quedan impunes ante la mirada impasiva de la ONU y los tribunales internacionales. ¿Cómo se permite actualmente Guantánamo, dónde se violan de manera evidente los derechos humanos?, ¿Quién condena a George Bush y demás fantoches por emprender una guerra en Irak vendiendo humo y dónde han muerto y mueren miles de familias inocentes?, ¿Qué hace la ONU en el conflicto de El Congo dónde las grandes multinacionales del sector tecnológico son participes de la explotación de miles de niños en los yacimientos de coltan? y ¿Cómo se permite la pasividad institucional ante los destrozos medioambientales y violación de derechos de los pueblos indígenas en Sudamérica que Repsol genera contaminando los embalses fluviales y los campos de cultivo? ¿Creemos verdaderamente que nadie está al margen de la ley o la ley la hacen unos pocos al margen? Algún día la humanidad volverá a la Tierra y abrirá los ojos, esperemos que no sea demasiado tarde.
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