El deporte hoy en día constituye uno de los fenómenos de más envergadura social, esto es debido principalmente al aumento de tiempo libre real del que se dispone en las sociedades industrializadas y a las aportaciones que desde diversos estudios se dan sobre los beneficios de una correcta y adaptada práctica para la mejora de la salud y la calidad de vida. Todo esto contribuye a la proliferación de escuelas deportivas, federaciones, patronatos, gimnasios, empresas especializadas de animación, ocio y tiempo libre, aventura, etc. y a una mayor inversión y apuesta política en la construcción de instalaciones y polideportivos para la práctica.
El consumo de deporte no sólo se traduce en una demanda activa del mismo, sino que la demanda y oferta pasiva del mismo también ha ido en aumento como se comprueba en los porcentajes de audiencia, número de espectadores en el aforo de los recintos y en la difusión y retransmisión de nuevos eventos, canales y programas especializados. La mayoría de la gente se declara simpatizante o seguidor de algún equipo o deportista. Esta tendencia genera un foro de debate o tertulia entre los aficionados que desgraciadamente en algunos casos llega a la violencia debido a los radicales que ensalzan la esencia del deporte a algo más que un hobby, convirtiéndolo en una lucha de clases, política o territorial, situación que según los clubes rechazan y escapa a su competencia.
Entre las principales causas que derivan esta situación, sin duda una de ellas es la falta de educación. Se dan numerosas muestras de rechazo desde diferentes fuentes, deportistas, medios de comunicación, federaciones, etc. a esta realidad, coincidiendo todas en el grave daño y perjuicio que genera a la imagen y práctica de los diferentes deportes. Se transmite un discurso de juego limpio que sin duda este se tiene que expandir desde la alta competición, jugadores, entrenadores, árbitros y directivos hasta los aficionados y resto de sociedad.
L@s jugadores/ as se convierten en modelos a seguir, y más para los niños y niñas que tienen una personalidad muy moldeable y los ven como sus ídolos, la mayoría sueña con ser de mayor como las grandes estrellas que ven en televisión.
El auge y difusión del deporte, hace de él un gran medio para la educación siempre que prescindamos de sus connotaciones elitistas. L@s profesionales del sector debemos de plantear y apostar por el deporte para tod@s, sin distinción de edad, sexo o condición física, en el que prime la participación y la diversión por encima del resultado o marcador, sólo así conseguiremos mantener la motivación, adaptarnos a las características de l@s participantes y desarrollar una progresión en base a esta. Nuestra labor es educar, promocionar la práctica deportiva como alternativa para consumir el tiempo libre y no la consecución de talentos, que no exime que haya algun@ que sea muy bueno y recale en alguna escuela deportiva, previo acuerdo padres y alumno.
Las características del deporte educativo están encaminadas al pleno desarrollo de l@s participantes, fomentando la socialización, favoreciendo actitudes positivas y desarrollando hábitos higiénicos, que deriven en una mejora de la condición física y de la salud.
El deporte es una actividad lúdica, el objetivo es la distensión, pasarlo bien, el hecho de ganar o perder es secundario, un mero lance del juego; sin embargo, ¿Qué podemos hacer y cómo podemos contrarrestar las declaraciones que nuestros alumn@s escuchan a sus “ídolos”, mediante las cuales expresan que lo importante es la victoria? Esta es una cuestión candente a la que la educación tiene que dar respuesta, desde la base de establecer y exponer claras diferencias entre el deporte en edad escolar y el deporte rendimiento o de élite, por las cuales se lleguen a interiorizar principios y de esta manera comprendan que el principal campeón/ a es el que sabe aceptar y aprende de las derrotas.
“Le tengo que agradecer a mi padre que no fuera un forofo, el jamás gritaba e insultaba desde la grada cuando me acompañaba a los campeonatos de niño” Fernando Torres
“En el colegio siempre había mejores jugadores que yo y no han llegado a la élite” Raúl González
El consumo de deporte no sólo se traduce en una demanda activa del mismo, sino que la demanda y oferta pasiva del mismo también ha ido en aumento como se comprueba en los porcentajes de audiencia, número de espectadores en el aforo de los recintos y en la difusión y retransmisión de nuevos eventos, canales y programas especializados. La mayoría de la gente se declara simpatizante o seguidor de algún equipo o deportista. Esta tendencia genera un foro de debate o tertulia entre los aficionados que desgraciadamente en algunos casos llega a la violencia debido a los radicales que ensalzan la esencia del deporte a algo más que un hobby, convirtiéndolo en una lucha de clases, política o territorial, situación que según los clubes rechazan y escapa a su competencia.
Entre las principales causas que derivan esta situación, sin duda una de ellas es la falta de educación. Se dan numerosas muestras de rechazo desde diferentes fuentes, deportistas, medios de comunicación, federaciones, etc. a esta realidad, coincidiendo todas en el grave daño y perjuicio que genera a la imagen y práctica de los diferentes deportes. Se transmite un discurso de juego limpio que sin duda este se tiene que expandir desde la alta competición, jugadores, entrenadores, árbitros y directivos hasta los aficionados y resto de sociedad.
L@s jugadores/ as se convierten en modelos a seguir, y más para los niños y niñas que tienen una personalidad muy moldeable y los ven como sus ídolos, la mayoría sueña con ser de mayor como las grandes estrellas que ven en televisión.
El auge y difusión del deporte, hace de él un gran medio para la educación siempre que prescindamos de sus connotaciones elitistas. L@s profesionales del sector debemos de plantear y apostar por el deporte para tod@s, sin distinción de edad, sexo o condición física, en el que prime la participación y la diversión por encima del resultado o marcador, sólo así conseguiremos mantener la motivación, adaptarnos a las características de l@s participantes y desarrollar una progresión en base a esta. Nuestra labor es educar, promocionar la práctica deportiva como alternativa para consumir el tiempo libre y no la consecución de talentos, que no exime que haya algun@ que sea muy bueno y recale en alguna escuela deportiva, previo acuerdo padres y alumno.
Las características del deporte educativo están encaminadas al pleno desarrollo de l@s participantes, fomentando la socialización, favoreciendo actitudes positivas y desarrollando hábitos higiénicos, que deriven en una mejora de la condición física y de la salud.
El deporte es una actividad lúdica, el objetivo es la distensión, pasarlo bien, el hecho de ganar o perder es secundario, un mero lance del juego; sin embargo, ¿Qué podemos hacer y cómo podemos contrarrestar las declaraciones que nuestros alumn@s escuchan a sus “ídolos”, mediante las cuales expresan que lo importante es la victoria? Esta es una cuestión candente a la que la educación tiene que dar respuesta, desde la base de establecer y exponer claras diferencias entre el deporte en edad escolar y el deporte rendimiento o de élite, por las cuales se lleguen a interiorizar principios y de esta manera comprendan que el principal campeón/ a es el que sabe aceptar y aprende de las derrotas.
“Le tengo que agradecer a mi padre que no fuera un forofo, el jamás gritaba e insultaba desde la grada cuando me acompañaba a los campeonatos de niño” Fernando Torres
“En el colegio siempre había mejores jugadores que yo y no han llegado a la élite” Raúl González
Jacob González Barrios Maestro de Educación Física. Formador del Curso Monitor Deportivo FOREM Huelva
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